El Buitre
Érase un buitre, que le picoteaba los pies. Ya le había desgarrado los zapatos
y las medias y ahora le picoteaba los pies. Siempre tiraba un picotazo, volaba
en círculos inquietos alrededor de él, y luego proseguía la obra. Pasó un
señor, los miró un rato y luego le preguntó por qué toleraba al buitre.
-Estoy indefenso –le dijo-, vino y empezó a picotearme, yo lo quise
espantar y hasta pensé torcerle el pescuezo, pero estos animales son muy
fuertes y quería saltarme a la cara. Preferí sacrificar los pies; ahora están
casi hechos pedazos.
-No se deje atormentar –dijo el señor-, un tiro y el buitre se acabó.
-¿Le parece? –Preguntó-, ¿quiere encargarse usted del asunto?
-Encantado –dijo el señor-; no tengo más que ir a casa a buscar el fusil,
¿puede usted esperar media hora más?
-No sé –le respondió, y por un instante se quedó rígido de dolor; después
añadió: -Por Favor, pruebe de todos modos.
El buitre había escuchado tranquilamente el diálogo y había dejado errar
la mirada entre ambos. El buitre lo comprendió todo: voló un poco lejos,
retrocedió para lograr el ímpetu necesario y como un atleta que arroja la
jabalina encajó, profundamente, el pico en la boca del primer hombre. Que este,
al caer de espaldas, sintió como una liberación: su sangre, colmaba todas las
profundidades e inundaba todas las riberas, el buitre irreparablemente se ahogaba.
Comunidad
Son cinco amigos. Una vez salieron, uno tras otro, de una casa. Primero
salió uno y se colocó al lado de la puerta de calle; después el segundo salió
por la puerta, o, mejor dicho, se deslizó con la misma suavidad con que resbala
una gota de mercurio, y se ubicó no lejos del primero; después el tercero;
después el cuarto; después el quinto. Finalmente, se pusieron todos en una
línea, parados. La atención de la gente empezó entonces a centrarse en ellos,
los señalaban y decían: “Los cinco acaban de salir de esa casa”.
Desde entonces que viven juntos. La de ellos, sería una existencia
pacífica si no fuera por mi intromisión. No les hago nada, pero les resulto fastidioso,
y eso ya les resulta bastante. Y me preguntan por qué me meto por la fuerza
donde no quieren saber de mí.
No me conocen, y no quieren aceptarme entre ellos. Tampoco ellos cinco se
conocían antes, y, si se quiere, tampoco ahora se conocen entre ellos; pero lo
que entre ellos cinco es posible y se admite, conmigo no es posible y no me
admitirán. Aparte de todo eso, ellos son cinco y no quieren ser seis.
¿Y qué sentido tiene, en definitiva, que estén permanentemente juntos? Ni
siquiera para ellos tiene sentido alguno. Pero ya están juntos, y así van a
continuar; no quieren una nueva unión, en razón, precisamente, de sus
experiencias.
Pero no me lo pueden hacer entender. Si me dieran largas explicaciones
significaría ya casi una aceptación en ese círculo. Entonces prefieren no
aclararme nada, y no me aceptan. Por más que saque trompa, los cinco me alejan
a codazos; pero por más que me alejen a codazos, vuelvo.
Maxi, ahí van mis sugerencias!
ResponderEliminarEl buitre:
Me gusta que lo hayas transformado en mayoría de diálogos!
"Que este, al caer de espaldas, sintió como una liberación: su sangre, colmaba todas las profundidades e inundaba todas las riberas, el buitre irreparablemente se ahogaba."
Creo que a "este" podrías agregarle el acento "éste".
y "(...)sintió como una liberación" me parece que es demasiado coloquial. capaz podes decirlo: "(...) sintió una especie de liberación/ una sensación de liberación"
Comunidad:
"Desde entonces que viven juntos.", Me parece que puede quedar mejor "Desde entonces viven juntos."
Saludos,
Dani