martes, 19 de agosto de 2014

El amor odia la libertad

Ana Sergeyevna descendía del tren yendo al encuentro de su marido, pero la realidad era que, no podía dejar de pensar en su romance con Gurov.

Los días fueron pasando, su marido la reclamaba, pero ella seguía mostrándose distante. Ante las repetidas preguntas sobre aquellos días en Yalta, Ana no hacía más que unos breves comentarios sobre el puerto, la belleza del mar y el vapor que se levantaba sobre este, todas las tardes cuando se calmaba el viento.

Sabiendo, Ana, las implicancias de ser una mujer infiel, decidiose a darle a conocer a su marido sus repetidos encuentros con Gurov durante su estadía en Yalta. No siendo el divorcio una opción viable por su significado social, la señora del perrito –como la llamaba su amante- se sintió desdichada y sometida por completo a una vida de sufrimiento y vacía de amor, aceptando la hostilidad de su marido. Su única esperanza era volver a encontrarse con aquel hombre que la doblaba en edad.

Así fueron pasando los meses vacíos de vida, para Ana, que no pudo encontrar consuelo ni con su propia madre, quien tenía una relación más cercana con su yerno, que con su propia hija.

La humillación fue moneda corriente para ella, quien ahora, más que nunca, era solo un objeto de compañía cuando su marido se mostraba en sociedad. Él le propuso continuar con el matrimonio a cambio de no dar a conocer su infidelidad. Y así resultó que, como tantas otras veces, acompañó a su marido al teatro. Durante el descanso, este levantóse para ir a fumar, y en ese preciso momento fue cuando Dmitrich Gurov apareció ante los ojos de Ana Sergeyevna.

Los encuentros entre estos dos amantes se reanudaron, y ella, excusándose con visitas a su médico por un supuesto mal interno que le aquejaba, empezó a viajar a Moscú -al encuentro con Gurov- cada dos o tres meses, aceptando ambos así, una vida clandestina, en donde el cautiverio en una habitación de hotel, indicaba únicamente que lo que vendría podrían ser los momentos más difíciles de su romance.


Consigna: Escribir un relato que expanda alguna de las historias escondidas de “La Señora del Perrito” de A. Chejóv.

1 comentario:

  1. Maxi,

    "Ana Sergeyevna descendía del tren yendo al encuentro de su marido (...)", el "yendo" me hace ruido. tal vez podrías poner: "Ana Sergeyevna descendía del tren para encontrarse con su marido(...)".

    "Durante el descanso, este levantóse para ir a fumar, y en ese preciso momento fue cuando Dmitrich Gurov apareció ante los ojos de Ana Sergeyevna.", acá , en "este levantóse para ir a fumar" me parece que el "éste" tiene que ir con acento. Después, podrías reformular el resto de la oración: (...) fue en ese preciso momento cuando Dmitrich Gurov apareció ante los ojos de Ana Sereyevna".


    Espero que te sirva!!


    un beso,

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